Esta serie de la “Breve
historia de los pueblos mineros de Baja California Sur” es un proyecto de la Red de Egresados de Historia de la UABCS y la Escuela Normal Superior, que se publica en forma
impresa en el periódico El
Sudcaliforniano, de La Paz,
B. C. S.
Los archivos digitales disponibles
en PDF pueden bajarse en el siguiente enlace:
Gracias por su visita y la difusión
de este trabajo
Gerardo Ceja García
Editor
Entrevista
aclaratoria
Máximo
Rubio Ruiz, primer profesor en Guerrero Negro
Gilberto Piñeda
Bañuelos
En
1951, Máximo Rubio Ruíz se casó con Margarita Verdugo Meza, que son los padres
de Benjamín, Ulises, Gloria, Máximo, Roberto Reynaldo, Reina Olivia, Diana y
Rommel (q.e.p.d). En 1956, cómo fundador
de la escuela primaria “Amado Nervo”,
fue el primer profesor del recién poblado de Guerrero Negro; pero también, cuatro días después de llegar a
Guerrero Negro, fue el primero en organizar las festividades del 15 y 16 de
septiembre y el primero en dar el “grito”
de independencia; al ser el primero que
operó un proyector para películas, fue entonces, el primer “cácaro” de Guerrero Negro y el primer organizador de las festividades del
aniversario de la Revolución, el 20 de noviembre.
Para
aclarar un error involuntario que cometimos en el artículo de historia contemporánea y moderna “Guerrero Negro, un pequeño recorrido por su
historia”, signado por Bianca Guadalupe Rodríguez Quiñones y Gilberto
Piñeda Bañuelos (colaborador), publicado el 2 de julio de 2013 en el periódico El Sudcaliforniano, donde se mencionó al
profesor Marcelo Rubio Ruíz, hermano de Máximo,
como primer profesor de Guerrero Negro, tal como aparece en la
cronología de www.guerreronegro.org,
enseguida vamos a dar la voz al profesor Máximo Rubio Ruíz que ha quedado como
registro, después de una entrevista que le hicimos el lunes 8 de julio de 2013,
para la Red de Egresados de Historia de
la Universidad Autónoma de Baja California Sur y de la Escuela Normal Superior,
y del Centro de Documentación de Historia Económica y Política de Baja
California Sur.
Lo
que sigue, es el testimonio en versión escrita
de la voz del profesor Máximo Rubio Ruiz, como una parte de la
entrevista:
“Yo
nací en el mineral de Santa Rosalía B.C.Sur (se sacaba el cobre en ese tiempo), el 4 de agosto de 1930, “El Boleo” existía todavía… es más, yo
tengo una serie de monografías sobre poblados de B. C. Sur, entre ellos están, Santa Rosalía y
Guererro Negro; mis padres fueron Miguel Rubio Gutiérrez y Manuela Ruiz García,
finados; mi padre era de Sinaloa y mi madre de aquí de la Ribera, mis
hermanos fueron Miguel, Manuel, Magdalena, Margarita,
Manuela, Mario, Marcelo, Mauro, no sé si se me pasa nadie, han muerto varios,
estudie en la escuela “Benito Juárez”,
la primaria de ahí en Santa Rosalía, la escuela primaria artículo 123, de los trabajadores, la primaria… y la secundaria, hasta
principios de tercero de secundaria, de ahí nos venimos aquí a La Paz… vine a
terminar la secundaria aquí frente a la plaza…en la secundaria Morelos, donde
está el Cheve and Music ahora, y eran seis años, de primero a sexto… de
modo que era secundaria y Normal, estaba todo junto, quien iba a ir a México le
daban certificado y los que seguíamos… seguíamos a cuarto año, a quinto y a sexto, que era la
Normal, ahí la hice yo, que se llamó a Escuela Normal Urbana de La Paz, después se le puso Escuela Normal Urbana “Profesor
Domingo Carballo Félix” y
después se llamó Benemérita Escuela
Normal Urbana…
Yo
egresé en 1949, fui como la tercera generación… [antes, la normal] estaba en San
Ignacio, después se vinieron… varios, entre ellos Mario mi hermano venía en ese
grupo… la primera generación fueron dos
o tres, no más, la segunda eran como diez, la tercera, la de nosotros fueron
como 25… mis compañeros [fueron, entre otros] Octavio Arce Mayoral, Juan Espinoza Arce, Alberto Rochín Perez,
Eduardo Medellín Perete, Rodolfo Lucero Tamayo, José Refugio Avilés; de mujeres, se formó en ese tiempo el ciclo de
educadoras, en el 49 terminó la primera generación de educadoras, estaba
Esthela Lizardi, Victoria, la esposa del profesor de educación física, Laura
Cota Aguirre, Eutropia González, Severiana Nuñez, Raquel Castro… Dolores Barrera, estudió ya grande
ella, terminó en la primera generación del 49… Beatríz Navarro Ojeda, que vivía
por acá en el malecón… Mis maestros
fueron en aquel tiempo en la secundaria que estuve [nomás] unos meses, fueron
el doctor Antonio Carrillo, el doctor
Francisco Cardoza Carballo, Humberto Muñoz Zazueta, los Torre Iglesias, Manuel y José, el
Licenciado y el Doctor; también estuvo Fernando Moreno, de Educación Física; [el
profesor] Fernández de Educación Física; Salome Trasviña era de talleres; y en la Normal estuvo de maestro Benito
Beltrán, Juan Jiménez García, Don
Domingo Carballo fueron maestros de nosotros y los Torre [Iglesias] también en la
Normal; la profesora Lupita Macías y otra maestra que vivía por el malecón,
Isabel Macías de Calderón, maestra de Técnica…
pero el mejor maestro que tuve, que con mucho amor lo recuerdo por el acervo
que nos legó, es al Licenciado Manuel
Torres Iglesias, y en la cuestión
pedagógica, a Juan Jiménez García de Técnica
de la Enseñanza… Cuando yo salí de la Normal en el 49, me enfrenté a la
realidad, me fui a Caduaño, después pasé
a Miraflores… y en Miraflores estuve como dos años y de ahí me fui a
Guererro Negro…”
Aquí
inicia una de las tantas historias de
Guerrero Negro. Seguimos con la voz del profesor Maximo:
“Yo
estaba trabajando en Miraflores, Baja California Sur en 1956 y recibí un telegrama de la
inspección de la zona que estaba su
cabecera en San José del Cabo (donde me proponían)
cuanto tocaría de sueldo y prestaciones en Guerrero Negro; que si aceptaba, yo dije… sí, cómo no, consulte con mi esposa y pues vamos… Y el 11
de septiembre de 1956 aterrizó el bimotor en Guerrero negro en la salina como a
eso de 7 de la tarde ya estaba queriendo obscurecer, [antes] en Santa Rosalía
me estaba esperando el avión en Cahanía para llevarme a Guerrero [Negro]; inmediatamente me llevaron a las oficinas,
con el jefe, el jefe mayor, con el
gerente, el señor Mc Carthy… Ya presenté mis credenciales, etc. Etcétera… la primera orden que me dio él [fue] que
preparara algo para el 15 de septiembre. Es más dijo, aquí tiene avioneta,
tiene avión para que vaya a Ensenada
a comprar todo lo que necesite.. y sí… y
dije.. hay que...no conozco a nadie, como le voy a hacer… entonces Guerrero Negro en aquel tiempo eran dos
hileras de carpas de esas usadas en la
guerra mundial y había una calle,
una calle al lado de las carpas… esa era la calle principal donde vivían las
familias, dije, muy temprano el día
doce, [voy] a visitar los carpas para levantar el censo escolar, en aquel tiempo levantábamos un censo antes de
iniciar en septiembre, así se usaba… y de paso preguntar si sabía alguien que
supiera cantar o bailar o algo… y entonces así fui formando el programa;
entonces, fui a los colectivos donde
estaban los solteros, unos colectivos grandísimos, también para preguntarles a los señores por
la tarde ese día si sabían cantar o tocar un instrumento… nooo!! me sobró
material, trios, cuartetos, había montón
con ellos… como no había otra opción para divertirse, más que cantar, y gente que declamaba, y encontré un amigo que
trabajaba en un circo y luego luego me
dijo, profe yo le ayudo… tuve suerte… No.. y arme el programa cuatro días antes
ya para el 15 lo tenía [todo] armado, lo único que me faltó es quien iba a dar
el grito… porque en aquel tiempo la autoridad era un pelotón de soldados
comandado por un capitán… y pues dije… lo voy a tener que darlo yo, ni modo, me
toco dar el primer grito de independencia ahí en un salón donde comían los trabajadores,
una sala grandísima, con unas mesas muy largas… pusimos el templete ahí con las
letras, las bancas largas, se llenó…todos estaban ávidos de una
actividad recreativa… presentamos squetchs,
canciones, chamacos declamando, bailando folklore; salió a todo dar, así que fui el primero que dio el grito de
independencia en Guerrero Negro… es un detalle verdad?.
Fui
el primero en varias cosas…después me llegó un trabajador ahí preguntándome si
sabía manejar los proyectores de cine y me acorde yo, que cuando estaba ya de
maestro fuimos a un centro de cooperación en La Paz y vino gente de México y
nos enseñaron a proyectar audiovisual, y bueno, le dije vamos a hacer un ensayo y le dije tráeme el aparato y sí, exactamente el mismo
que habíamos usado en aquel tiempo.. lueguito
me acorde como se manejaba lo de la película, bueno listo…ora profe, aquí está…
fui el primer operador de películas en
el mismo salón donde había dado el grito… La sala estaba cubierta, ahí todo
tenía que estar cubierto, porque el
viento era incesante, y el polvo… un desierto.. una planicie… ahí estuvimos
unos dos tres meses, cada semana,
cada sábado, proyectaba una película que
nos mandaban de Ensenada y yo era el que… cácaro me gritaban; si se trababa la película “ese cácaro” me gritaban; de
modo que fui el primer operador de cine
también..
Y
así, fue… fué dificil por el clima, estuve el ciclo escolar de septiembre a
junio… no volví porque me enferme y no pude volver en septiembre de 1957.. pero
ya no pude, y estuve enfermo hasta noviembre, y entonces en septiembre me
sustituyó un señor, el maestro Nemesio Fiol
que fue el segundo … Yo aquí lo vi cuando
se fue; yá, le dije, aquí está la llave
de mi departamento y los documentos los tiene el Capitán; era la autoridad porque él firmó como salvaguarda
de las instalaciones del Concert… Concert le decíamos a la escuela; esos
también lo usaron en la guerra como oficinas de los militares; haz de cuenta un
tibor cortado transversalmente… esa era la escuela, yo tenía como 52 alumnos, los distribuía hasta el quinto año, escuela de un solo maestro, como escuela integral, de
modo que ahí trabajábamos, en ese Concert, pero antes del Concert,
Colectivo le decían también;
antes del Concert, cuando yo llegue eran dos carpas juntas, así
era el aula, por cierto que el viento a veces me aventaba el pizarrón que tenía; la
campana era un tubo que los chamacos le daban
para llamarlos a clase; antes del
Colectivo fui a una casita que había ahí, bien, cubierta; a los pocos meses ya me
dieron el Concert… Entonces, eran dos
partes, por el otro lado, podía haber otra oficina ahí, la mitad era un solo
salón, estaba grande, cabían 52; por cierto, me llegó el carpintero de la
compañía para que le diera las especificaciones para hacer los pupitres, ya le dije como iba a ser y
todo. Pues…ahí trabajé... todavía en un rinconcito puse una biblioteca, ahí mismo en el Concert, para los
trabajadores, el que quisiera ir a
escribir una carta, o a leer; yo llevaba algunos clásicos, [por ejemplo] de Julio
Verne, de franceses, y si iban… llevé la
Constitución y cosas asi , la Ley Federal del Trabajo, cosas que le podían a interesar a un trabajador. (A
la escuela) nunca fueron inspectores; en
ese tiempo era difícil el acceso, no había carretera, de modo que hacían muchas
horas para llegar a Cachanía… yo
llegué en avión y cuando vine a La Paz, fue una vez nomás, en diciembre… fui en
avión porque ahí caía el sobrecarga… sobrecarga le decían al avión, de dos
motores era el que llevaba los enseres,
había una tienda que había ahí, donde los trabajadores canjeaban los
boletos que les daban… 45 pesos creo que les daban cada semana, a parte del sueldo… era la única
tienda que había… y así transcurrió…
Organizamos
en noviembre un desfile cívico, el primer desfile, porque con los trabajadores
de la oficina, y los trabajadores del campo, se hicieron dos grupos, dos
partidos, cada uno candidateó a una muchacha para reina de la Revolución, o sea
de los trabajadores de oficina y los trabajadores del campo, choferes, carpinteros, mecánicos, estuvo
buena la guerra de los cómputos, ahí
hacíamos la compatibilidad del cómputo;
se vendían a peso, por cierto que nos
ganó la de los oficinistas, los que tenían billetes pues, pero todo correcto;
hubo carro alegórico, los chamacos desfilaron; me toco la organización de esto; la Reina era
una muchacha de Santa Rosalía, no me acuerdo como se llama, con el tiempo me la
encontré aquí en la técnica 10, trabajaba ahí de secretaria, no sé si estará
todavía en la técnica 10, y resulta que era hija de un padrino mío, de ahí de Santa Rosalía, de Don Panchito… yo no sabía, hasta después, me dijo mi madre… si conocía yo a mi padrino pero a los hijos
de ella no, total que me la vine encontrando ahí mucho después, lupita, creo
que se llamaba. [En Guerrero Negro] estuve un año no más, un año escolar…no
hicimos posada, me vine yo para acá… llegó Santa
Clós ahí, pero a cada quien le llegó;
[después] el día de las madres lo único que hicimos fue darles serenata, fue la
primera serenata a las madres, con guitarra y todo, me invitó un muchacho, me
dijo: oiga profe que le parece si le damos serenata a todas la madres; como eran pocos… no era muy
grande, nomás la calle, y luego los matrimonios que vivían en los departamentos
que había, en los cuartos que había… sí, anduvimos ahí dando las mañanitas. [Finalmente]
me tocó la clausura en junio… todo mundo pensaban que iba a regresar; [sin
embargo] yo por enfermedad no regresé; una
enfermedad de los riñones, decían que por la sal, pero no… cálculos… pero no
fue por eso, creo yó.
Treinta
años después me invitaron otra vez a Guerrero Negro a la escuela Amado Negro que así se llamaba la escuela… así se llama, porque esa generación que iba a
salir de sexto año, iba a llevar mi
nombre, me invitaron y fui… fueron autoridades de Santa Rosalía, por cierto que
tomaron un video… “
Esta
aclaración, es solamente una parte de la entrevista que posteriormente pretende
convertirse en un texto de mayor tamaño, con el propósito de que esta historia
personal, de Máximo Rubio Ruíz, como egresado de la Escuela Normal de La Paz,
pudiera ser publicado en la serie editada por el Archivo Histórico Gilberto
Ibarra Rivera (AHGIR) de la Benemérita Escuela Normal Urbana, ojalá se pueda… Aclarado.